Recientemente se publicó en El País un estupendo reportaje sobre la cantidad de horas que pasamos delante del televisor sin menoscabar el tiempo cada vez mayor que pasamos también delante de un ordenador. El problema fundamental no es sólo la cantidad de horas empleadas en ello sino la razón que hay detrás de que se utilice el televisor de este modo: ¿evasión o diversión?.
Desde hace mucho tiempo la televisión se coló en nuestros hogares como símbolo de acceso a innovaciones tecnológicas y nivel de vida impensables en generaciones anteriores, cambiando drásticamente la forma de ocio familiar. Esto fue más una intromisión que una elección, pues a ver quién se va a negar a ver las maravillas ofrecidas en la pantalla.
Sin embargo, con el tiempo, lo que en origen podía considerarse una forma de ocio se ha convertido en un instrumento al que nos enganchamos pasivamente y de manera patológica. Veamos:
En el reportaje se apunta que los españoles pasamos una media de cuatro horas al día delante de la caja tonta. ¿A alguien le parece esto normal?. ¡Cuatro horas al día!, ¡veintiocho horas a la semana!, ochocientas cuarenta horas… en fin, mejor no seguir contando. El problema, porque sí, cuando hablamos de tal cantidad de tiempo entiendo que es un problema en toda regla, no sólo es que esas cuatro horas estemos ocupaditos, haciendo zapping, viendo programas que hasta nos pueden llegar a gustar, sino lo que dejamos de hacer en ese tiempo
La publicidad, como es obvio, encuentra su medio natural de difusión desde el televisor. El marketing y la publicidad son una forma de manipulación con la que se nos dicta qué comprar, qué hacer y qué sentir. Que nadie se olvide de esto porque ya no estamos ante los ingenuos anuncios de los años sesenta. Ahora se nos quiere vender magníficos coches que circulan a la velocidad de la luz con una belleza en su interior, que los bollitos de tal marca constituyen la alimentación más saludable para nuestros hijos y si queremos rejuvenecer varios añitos ahí tendremos la solución al alcance de la mano
Ya hablamos en su día del impacto de la publicidad dirigida hacia los más pequeños, pero ahí está también la televisión para actuar de niñera y mantener calmados a los niños cuando nos convenga, fomentando el sedentarismo y la pasividad cuando lo que se debe hacer puntualmente se convierte en la normal habitual. Conozco gente con críos que manteniene el televisor todo el día encendido tal hilo musical de unos grandes almacenes
Obesidad, comidas familiares ante el televisor sin diálogo familiar, la realidad transformada y catalizada por los intereses de medios de comunicación con un rasgo político u otro, mentes catatónicas sin capacidad de respuesta abrumada por la avalancha de información (o desinformación)
El problema no es sólo el contenido de lo que se ofrece sino el uso patológico que le podemos llegar a dar sobre todo si lo que hacemos ante el televisor es huir de nosotros mismos, como se comenta en el reportaje.
Silencio, concentración, actividades lúdicas alternativas en casa y sin ruido de fondo, todo esto va en contra de la agitada vida que nos quieren imponer, siempre corriendo de aquí para allá sin tiempo para uno mismo, hay que llenar con algo hasta el último hueco de la vida.
¿A alguien le parece normal que por norma se pasen las últimas horas del día desde que cenamos hasta que nos vamos a la cama viendo la tele?.
Como ya señalaba Giovanni Sartori en su maravilloso ensayo Homo Videns, vivimos en una sociedad teledirigida a todos los niveles por el poder de la imagen que hemos dejado entrar en nuestros hogares.
Aquí os dejo una introducción a este libro en la línea de lo comentado por este post:
En este libro, publicado en 1997, el conocido cientista político Giovanni Sartori, aborda el papel que están desempeñando los multimedios y la televisión en especial en el público, así como también las características de la opinión pública en las democracias representativas de hoy, fuertemente dirigidas por el mundo de las imágenes y de los sondeos de opinión. A diferencia de otras obras teóricas del autor como “la Política” o “teoría de la democracia”, ésta es una reflexión de los tiempos aguda, crítica, pesimista, diríamos casi apocalíptica. Sin embargo, es un libro que cumple con el papel de alertar, de llamar la atención a todas aquellas personas involucradas en procesos educativos, tanto a nivel familiar como institucional respecto de la influencia de la televisión en el plano individual, político y cultural. De fácil y rápida lectura, no es por ello una obra superficial. Invita a reflexionar en el mundo que se está viviendo y ayuda a darse cuenta de los eventuales peligros a que podrían llevaos los multimedia y muy particularmente la televisión, cuando se erige como el único factor de socialización de la persona desde su niñez. La tesis central de Sartori es que la televisión y el video (imagen) modifican radicalmente y empobrecen el aparato cognoscitivo del “homo sapiens”, a tal punto que anula su pensamiento y lo hace incapaz de articular ideas claras y diferentes, hasta llegar a fabricar lo queél denomina un “proletariado intelectual”, sin ninguna consistencia. La cultura audiovisual es inculta y por lo tanto, no es cultura, afirma Sartori.
De ser así, da un poco de miedo, ¿no?
Fuente: El Blog Alternativo: http://www.elblogalternativo.com/
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